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Eli Roth cuenta los riesgos de rodar su película de caníbales en la jungla

Eli Roth es de esos directores que no deja a nadie indiferente. Ya sea por sus trabajos tras la cámara o por sus declaraciones delante de ella. El responsable de títulos como Hostel y Grindhouse ha presentado en Toronto su último trabajo, The Green Inferno, y para aderezar el estreno ha contado algunas de las batallitas que él y su equipo vivieron durante el rodaje. No tienen desperdicio.


Para quienes no hayan seguido el regreso a la dirección de Roth, que no se ponía tras la cámara desde Hostel II (2007), The Green Inferno es una película gore en torno a una tribu caníbal. La idea es la siguiente: un grupo de jóvenes sufre un accidente de avión en plena jungla y son capturados por unos indígenas que comen carne humana. Para rodarla, Roth se fue en busca de una selva lo más virgen posible de Sudamérica. La encontró y allí desplazó a todo el equipo.

Rodar, como era previsible por otra parte, no fue nada sencillo. A los problemas propios de una producción cinematográfica hubo que sumar los inconvenientes que trabajar en un entorno tan hostil. Dice Roth desde Toronto, donde presentó la película en la categoría de Midnight Madness (la misma que acogerá el estreno de Las brujas de Zugarramurdi de Álex de la Iglesia), que allí había una pitón y hormigas reales que a punto estuvieron de ocasionar un grave disgusto. Además, para evitar más sustos de los previsibles, cuenta que tuvieron que vacunarse y desparasitarse de todo lo imaginable para no caer enfermos.

Pero las anécdotas del rodaje en la jungla sudamericana no acaban ahí, porque parece que la filmación casi se arruina por culpa de unos misioneros cristianos de Texas a los que casi les da algo cuando llegaron al pueblo y se encontraron con toda la parafernalia desplegada. Esqueletos, cabezas en picas, supuestos actos de canibalismo…

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“Fue una p*** locura”, según palabras textuales de Eli Roth, que utiliza el mismo lenguaje para expresarse que sus personajes. Eso, unido a la cantidad de sangre, vísceras, violencia y sexo de The Green Inferno, ha provocado que la película sea catalogada con una rotunda R en los Estados Unidos, donde los menores no podrán ir a verla sin acompañamiento de un adulto.

Sobre su regreso a la dirección tras un paréntesis de seis años, Roth asegura que estuvo buscando la oportunidad adecuada. “Quería volver con algo que fuese diferente”, ha explicado en unas declaraciones recogidas por The Hollywood Reporter. Entonces se le ocurrió The Green Inferno. “Veremos qué pasa si hacemos una película caníbal para la audiencia moderna”, pensó. Y se entregó a ello con la mente puesta en un clásico del género como es Holocausto Caníbal.

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Precisamente esa película es la que le sirvió para explicar a los autóctonos que participan en The Green Inferno la idea que tenía en mente. A Roth no se le ocurrió otra cosa para reclutar extras que proyectarles Holocausto Caníbal. Ninguno había visto en su vida una película y esta les pareció de lo más divertida. Aunque el cine no fue lo único que llevó Roth al poblado, también una cocina y techos para las cabañas. Fue su legado tras recoger los bártulos y acabar el rodaje.