Santiago Segura pone la chispa a los Goya

¿Qué decir de la gala de este año? Podría empezar como siempre, diciendo que la gala fue larga, ¡larga!, larguísima para lo que ofreció. Que se puso mucho esfuerzo en la puesta en escena, la cual cuajó por momentos, pese a que al final nos quedó la sensación de quiero pero no puedo. Que realmente nadie se tapó la boca con la mano de puro asombro al darse a conocer los premiados en las diferentes categorías, pues lo cierto es que estaban todas cantadas y se siguió un guión que parecía haberse reciclado de los Premios Forqué. Sí, definitivamente son la antesala de los Goya mucho más que los Globos de Oro de los Oscar, y miren que me fastidia utilizar la consabida expresión.

Coronado barrió a Banderas y Tosar, que poco pudieron hacer. De un modo algo más discutible Elena Anaya hizo lo propio con Inma Cuesta, Salma Hayek y Verónica 'una Juani en Katmandú' Echegui. El galardón más merecido, sin duda, el de María León, la actriz revelación del año por su conmovedor papel de Pepita en 'La voz dormida'.

El resto, Lluis Homar y su premio al mejor actor de reparto por 'Eva' y el misterio de cómo es que este hombre no tenía ningún Goya todavía; Ana Wagener, mejor actriz de reparto por el drama carcelario de Benito Zambrano; y Jean Cornet, actor revelación por 'La piel que habito', más anécdotas de una edición en la que Enrique Urbizu ha arrasado volviendo a poner de moda el cine negro, a ver si se dan cuenta que en España no solo hacemos dramas de la Guerra Civil, pues el petardazo de 'Celda 211' parece que no se lo dejó claro a muchos.

De hecho, me complace notar una ligera brisa de cambio en los Goya, quizá gracias al reconocimiento de 'Eva', cuya acogida decepcionó en el pasado festival de Sitges pero que ahora vuelve a asomar la cabeza reveindicándose como un producto tan singular como fresco y arriesgado, los cuales escasean y mucho en nuestra industria.

Pero la ceremonia no fueron solo los premios. Los actores y actrices de moda recorrieron la alfombra roja luciendo sus mejores galas, porque qué narices, los Goya son una vez al año y tenemos los otros 364 días para acordarnos de la crisis. Sí señor, si en España queremos el glamour de los Oscar, hay que apostar por ello. Claro que si ellos este año tienen de maestro de ceremonias a Billy Crystal, nosotros nos hemos tenido que conformar con Eva Hache.

No me entiendan mal, pese a que no nos hizo reír como el bueno de Buenafuente, tampoco es que nos provocara indignación como el odioso Corbacho o sopor como la pobre Carmen Machi. Sin embargo creo que después de que la Academia depositara su confianza en ella, bien podría haberse preparado un discurso de apertura simplemente decente. Más que nada porque no me explico cómo se ha podido labrar una reputación en 'El Club de la Comedia' con semejante falta de ingenio. No vi el más mínimo atisbo de su 'humor inteligente', aunque a juzgar por cómo han acabado sus últimas aventuras televisivas está claro que es toda una incomprendida.

Miedo me dieron algunas de sus bromas, como aquella a Salma Hayek en la que hacía referencia a su papel en 'Frida' y a la dificultad que habría tenido dicho personaje para depilarse (las cejas, se entiende), o la que tenía como protagonista a Fernando Trueba, que en esos momentos estaba "mirando con un ojo a los Goya y con otro a los Oscar". ¿Se habría fijado en el estilo de Ricky Gervais a ver si tocando las narices a todo el mundo conseguía que el año que viene hacerse de nuevo con las riedas de la gala? Por suerte no estaba Johnny Depp en el auditorio, aunque sí lo estaba Melanie Griffith, a la que saludaba cada vez que pasaba cerca de ella como si le gustase el nombre de la actriz.

Claro que muy directa también fue a la hora de valorar el discurso institucional de Enrique González Macho, Presidente de la Academia, y sus flamantes vicepresidentas, que calificó de "excitante y con mucho ritmo" por supuesto con mucha guasa. Y es que tampoco fue para tirar cohetes ni mucho menos, lleno de pesimismo y criticando el actual modelo que, pese a haber sufrido un ligero crecimiento los últimos años, no es ni mucho menos suficiente. Algo así como que de este pozo no salimos ni gracias al "efecto Torrente", la gran ausente de los Goya no sin razón (Seamos realistas, ¿a qué la van a nominar? ¿Mejor actor revelación para Paquirrín? Seamos serios...). Eso sí, si una película hace el 20% de la recaudación del cine español en 2011 qué menos que tratarla con respeto, o hacer una pequeña mención en el show dedicándole un número divertido.

Pero no es que haya habido mucha diversión, en vez de eso el señor González Macho volvió a tratar el tema de las descargas ilegales dejando un mensaje muy distinto al de Álex de la Iglesia el año pasado, mucho más conservador y menos visionario, mientras el ex-presidente le miraba desde su butaca con ojos lánguidos. Al menos, con bastante inteligencia, optó por citar una parte del discurso del director de 'La chispa de la vida', aquella de "Trabajaremos con honor" para no desacreditarle y con el fin de tender un puente entre ambas posturas.

Y hablando de Torrente, el momento de la noche fue sin duda la aparición de Santiago Segura. Lleno de humor, irreverente, sin morderse la lengua, con mucha más chispa que el resto de invitados, realizó su propio monólogo que ahora sí, arrancó unas cuantas carcajadas entre los telespectadores, aunque no tantas entre el público asistente. Y es que a veces hay que tener valor para decir las verdades del barquero, especialmente en su profesión y con ese escenario de fondo.

"Estoy deprimido, sabéis que hay 29 categorías en los Goya y no me habéis votado en ninguna". De este modo reivindicaba el director su película a lo que añadía: "es una película vanguardista, preciosista, quizás muchos de vosotros no la hayáis entendido". Siguió bromeando con su cinta, "solo por poner a Kiko Rivera a trabajar, eso ya tiene mérito"; y con los asistentes, "Salma, no te preocupes, esto lo hacemos mucho. Cuando hay una estrella internacional en una película nuestra les nominamos siempre pero para que vengan y den glamour, luego se van con una mano delante y otra detrás".

También fue descartando a los nominados al mejor actor: "Daniel Brühl, este es muy joven, tiene toda la vida por delante", "Luis Tosar, ya tiene muchos (Goya), que le den", "¿Cómo es posible que Antonio no tenga ningún Goya? Claro pero tiene un chalet en Marbella, y una mansión en LA, y está casado con Melanie Griffith", "Te queda Coronado". Pues mira, acertó.

Y todavía quedaba la broma de la velada, mientras comentaba las películas nominadas a la mejor del año. Al llegar a Pedro Almodóvar, simplemente afirmó: "A tí no te digo nada porque te cabreas y te vas de la Academia". Más claro el agua, aunque por la cara del realizador, que hace un par de años volvía como el Mesías, no le debió de hacer nada de gracia.

Así ha sido la gala, muy poco que comentar, pero con algún que otro momento interesante. Poco que decir sobre el número musical ¿secreto? del inicio, con Eva y varios actores y actricen entonando una canción bastante divertida aunque con una coreografía ciertamente mejorable, algún que otro 'Anonymous' colándose como Pedro por su casa, una rap con El Langui acompañado de actores como Antonio Resines al que por cierto por un momento creímos que se le había quedado una patata frita en la garganta porque no se le entendía nada y algún que otro momento emotivo, especialmente el de Silvia Abascal, que subió a otorgar el Goya a mejor actor de reparto y que no pudo contener las lágrimas por todo el apoyo recibido los últimos meses, en los que ha estado recuperándose de un ictus cerebral que sufrió en el pasado Festival de Málaga. Juanjo Artero también lloraba desde su asiento. Bravo Silvia, el tuyo ha sido el premio de la noche.