¿Tienen los días contados las palomitas en el cine?

Las palomitas de maíz son mucho más que un simple aperitivo. Durante décadas han sido nuestras fieles compañeras de butaca siempre que hemos ido al cine. Sin embargo, hay varias razones por la que su hegemonía en las salas podría estar a punto de finalizar. A continuación, desgranamos (nunca mejor dicho) las causas.

En los últimos años los más puristas han iniciado campañas contra las palomitas bastante agresivas. Ya sabemos que la experiencia de ver una película plagada de efectos especiales no es igual de emocionante si tenemos a nuestro lado a alguien cuya boca no para de crujir. A veces los incómodos ruidos que producen las palomitas pueden provocar discusiones o incluso delitos de peso, como pasó hace un mes en el Forum Cinema de Riga (Letonia), cuando un lunático mató de un disparo a su compañero de butaca durante la proyección de 'Cisne negro'.

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Los 'anti-popcorn' han utilizado redes sociales como Facebook para que su mensaje cale hondo en el público. Y parece que están logrando su cometido. Pero, ¿qué pasaría si se llegan a prohibir las palomitas? Pues básicamente que los propietarios de las salas de cine se echarían a temblar. Aunque el 60% de los ingresos de las salas proceden de la venta de entradas, este porcentaje representa menos de la mitad de sus ganancias reales. Los beneficios de dichas ventas se dividen entre las salas y las distribuidoras, mientras que todo lo recaudado con las palomitas queda íntegramente para las primeras.

No obstante, la "piratería" de las palomitas ha aumentado en España considerablemente a medida que los precios de las entradas han ido subiendo. Mucha gente guardaba sigilosamente una bolsa y la sacaba cuando se sentaba en su butaca. Por ello, el Ministerio de Cultura lanzó hace unos años la campaña "Si eres legal, eres legal", cuyo eslogan rezaba: "No comas palomitas en casa. Consume palomitas de maíz solo en el cine. La piratería acabará con la industria palomitera".

Pero, ¿quién puede permitirse comprar palomitas si las películas en 3D están haciendo que los precios de las entradas sean desorbitados? ¿Alguien puede desembolsar tanto dinero? Quizás sí, pero la mayoría de los ciudadanos de a pie no. Haced cuentas: Entrada para sesión en 3D en fin de semana + palomitas = Más de 20 euros. ¡Una barbaridad!

Los detractores de las palomitas dan otro argumento de peso: sus efectos negativos para la salud. ¡Un cubo equivale a tres hamburguesas Big Mac! Increíble, ¿verdad? En total, nos metemos al cuerpo 1.500 calorías. En EEUU las cadenas de cine están luchando para que no se divulguen estos datos, pero sus intentos son en vano. En un país donde la obesidad es una lacra, hay que concienciar sobre los peligros del consumo de palomitas. En España, una de las naciones con mayor índice de obesidad de Europa, deberíamos hacer lo mismo.

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Muchos os preguntaréis de dónde viene la costumbre de comer palomitas en el cine. Pues bien, ya en 1840 al otro lado del charco se dedicaban a vender cubos de palomitas en ferias y en carnavales. Cuando nació el negocio del cine, muchos comerciantes levantaron puestos ambulantes de venta de palomitas y rápidamente se forraron. Sin embargo, no fue hasta la época de la Gran Depresión, entre 1929 y 1933, cuando en EEUU se dieron cuenta del valor de las palomitas. En unos años en los que para trece millones de parados norteamericanos el cine era la única evasión, los espectadores solo podían darse el lujo de consumir palomitas. Los beneficios de los vendedores rondaron el 2.500%. Así que posteriormente los propietarios de las salas de cine y los nutricionistas han hecho oídos sordos a los inconvenientes de las palomitas. Pero algunas distribuidoras, como Sony Pictures, han instado a las salas recientemente a que se ofrezcan snacks más saludables y menos notorios, como yogures o copas de frutas. El debate está en la calle.

¿Estás a favor de que prohíban en un futuro próximo las palomitas en el cine o te parecen exageradas las críticas? ¡Déjanos tu opinión!