3, 2, 1… arranca el Festival de Cannes

Después de llevar casi una década como periodista en esto que llaman el séptimo arte y cubrir cientos de estrenos y alfombras rojas, por fin llegó el momento de asistir por primera vez al festival de los festivales: Cannes. La costa azul se viste de gala para dar comienzo a la 66 edición del certamen más glamuroso del mundo y desde aquí os contaré al detalle la verdad y nada más que la verdad de lo que vaya aconteciendo cada jornada. Hoy comparto con vosotros la vida de una periodista en su primer día de cine en Cannes.

Para empezar, como novata en este festival, me he encontrado con varias sorpresas en mi primer día aquí. A diferencia de otros festivales en donde el cine es el principal y único protagonista, aquí lo es a partes iguales el vestuario, el networking y los “colores”. ¿Qué es esto de los colores? Pues resulta que al recoger mí preciada acreditación de prensa descubrí la realidad que nos espera a todos los periodistas que cubrimos Cannes: hay varios tipos de acreditación que definen tu prioridad y “status”. Tu color indica quién eres y qué valor tienes. Blanco, rosa, azul y amarillo son los diferentes tipos de acceso. Si tienes una acreditación blanca, la prensa a tu alrededor te mirará con envidia. Si eres amarillo, mejor vete a tu casa. Os imaginaréis los nervios al recoger la acreditación, ya que nadie sabe “qué color” te definirá los próximos doce días hasta que lo recibes en mano. Para mi alivio, y al ser la primera vez que visito este festival, mi acreditación es de color azul. Es decir que, en principio, no tendré muchos problemas para acceder a los diferentes eventos de prensa aunque el primer día ha sido un poquito desalentador.

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Las primeras ruedas de prensa, de El gran Gatsby y de la presentación del jurado de la sección oficial con Steven Spielberg a la cabeza, fueron tan concurridas que solo accedieron a la sala aquellos con colores blanco y rosa. Es decir que más de la mitad de los periodistas acreditados nos quedamos fuera. Aunque afortunadamente existen pantallas por todo el Palacio de Festivales para saciarnos la ansiedad de información. Unas televisiones que se colmaron de periodistas en el inicio de cada rueda de prensa. Un panorama de lo más curioso.

Pero si algo se pone a prueba aquí es la paciencia del periodista. Acostumbrados a la era de la información y a la rapidez habitual con que trabajamos en el mundo online, lo de esperar es algo que ya desconocemos. Y en Cannes se espera y se hace cola. Para ver películas, para hacer una pregunta, para pedir permisos, para recogerlos más tarde… todo supone horas muertas en donde el café, el móvil e internet se convierten en el mejor aliado de una impaciente como yo (y la mayoría de mis colegas).

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Los que sí tienen mucha paciencia son los fans y curiosos. Los “steps”, la famosa alfombra roja que se viste de gala cada noche, se colman de cinéfilos preparados con sillas y paraguas desde muy temprano por la mañana mientras cientos de personas se pasean por las calles de la ciudad mendigando por una entrada a las proyecciones de cada noche.

Hasta los personajes de la industria sin entrada a la alfombra roja de El gran Gatsby perdían todo su glamur desesperándose por conseguir un vistazo rápido a Leonardo DiCaprio detrás de los cristales.

Finalmente, el último descubrimiento de este primer día (y estoy segura que habrá muchos más que contaros) es la famosa avenida de La Croisette. Una calle en donde los tacones, los vestidos, esmóquines y las gafas de sol son detalles obligados desde las diez de la mañana y en donde los chihuahuas y yorkshires son el accesorio perfecto si se pretende causar impresión con las tiendas de diseñador como paisaje de fondo, conformando la postal perfecta para describir lo que se vive en este lugar.