Abucheos y silbidos en Cannes dan el veredicto al desastroso estreno de Grace de Mónaco

En los festivales de cine, los periodistas y el público dan su veredicto a través de aplausos o abucheos tras la proyección de cada película. Y en Cannes, este año no hizo falta esperar mucho tiempo para conocer la primera conclusión unánime de los especialistas porque, Grace de Mónaco, la película que inauguraba el certamen, fue recibida con un silencio sepucral seguido por abucheos y silbidos que se oyeron en todo el Palacio de Festivales.

Nicole Kidman es la gran protagonista de esta especie de biopic sobre uno de los capítulos en la vida de Grace Kelly, cuando la estrella del celuloide decidió abandonarlo todo para convertirse en Princesa de Mónaco. Y a pesar de los repetidos cambios y retrasos que sufrió el proyecto - que ya hacían sospechar los peor - el "todopoderoso" Harvey Weinstein consiguió meter la película en la inauguración del festival más prestigioso del mundo. Y es que la cinta tenía todos los elementos para ocupar el puesto: está protagonizada por un ex miembro del jurado, está dirigida por el francés Olivier Dahan (director de La vida en rosa) y cuenta la historia de uno de los personajes más glamurosos e importantes en la historia del vecino Principado de Mónaco. En teoría, tenía todas las papeletas para triunfar, pero en realidad no era más que una cortina de humo que escondía uno de los mayores desastres cinematográficos que han tenido el honor de abrir el festival en los últimos años.

[Galería: Las estrellas que alumbran la alfombra roja del Festival de Cannes]

A Grace de Mónaco le falta gracia, valga la redundancia. En lugar de contarnos un biopic sincero y honesto, nos encontramos con un retrato pincelado con toques de humor cuya única intención en ensalzar a su estrella protagonista y convertir a Grace Kelly en víctima de sus decisiones. Una película mal construida que apenas cuenta unos meses en la interesante vida de la estrella de Hollywood. Lo cierto es que si la película fuera tan intensa como lo han sido las polémicas que la rodean, hubiéramos tenido el biopic del año.

El único detalle positivo que puede destacarse de la cinta es el trabajo de sus protagonistas. Nicole Kidman se entrega al máximo a su personaje, aunque la película no le hace justicia. Su compañero Tim Roth, que da vida al Príncipe Raniero III, brilla como un monarca frío y distante, mientras que Paz Vega nos sorprende metiéndose en la piel de la soprano María Callas. Un personaje que tuvo una gran influencia en la vida de Grace Kelly pero que casi no se aprecia en la cinta. En sus cortas apariciones, la andaluza consigue crear un personaje secundario interesante que parece esconder mucho más de lo que enseña, pero la obsesión del director con Nicole Kidman no deja que la película explote mejor la acuarela de personajes que la rodean.

Una de las polémicas que rodearon a la producción fue la negativa de los productores de que el director se hiciera cargo del montaje final, posiblemente porque querían salvar la película de alguna manera. Pero después de varias idas y venidas, llegaron a un acuerdo. Por un lado, Dahan estrenará su versión en Europa mientras Harvey Weinstein estrenará la suya en EEUU. De momento se desconoce qué diferencia tendrán ambas películas aunque Dahan ha calificado la versión americana como “catastrófica” y “un montón de m*erda”. Aunque lo que sí puedo asegurar es que la suya se aleja mucho de su maravilloso trabajo de La vida en rosa, dejándonos un montaje amateur, con escenas que parecen repetirse y que abusan del rostro angelical de Nicole Kidman a través de una excesiva cantidad de primeros planos.

Como curiosidad cabe destacar que el productor principal de la cinta, Harvey Weinstein, no se presentó al estreno a pesar de su estrecha relación con el festival. La versión oficial indica que se encuentra prestando ayuda en un campamento de refugiados en Jordania, aunque las malas lenguas apuntan a que el productor podría haber hecho coincidir el viaje con el festival para así evitar las preguntas y las miradas ante su reencuentro con el director después de la disputa.

Y es que ni siquiera el Príncipe Alberto de Mónaco ha querido tener relación alguna con la película. A pesar de ser uno de los invitados habituales en la apertura del Festival, en esta ocasión el monarca decidió rechazar su invitación después de haber condenado la cinta por tratarse de “una burla” de sus padres. “Tiene tantas inexactitudes históricas como escenas puramente de ficción”, leía un comunicado de la casa de Mónaco el año pasado.

Ajena a las críticas y las polémicas que rodean la película, Nicole Kidman consiguió poner el glamour requerido en la alfombra roja inaugural luciendo estupenda y sin un ápice de interés en las críticas. La australiana aparecía bellísima con un vestido de perlas y piedras preciosas de la casa Armani, un vestido digno de una princesa.

En resumen, Grace de Mónaco bien podría haber sido una película hecha para la televisión debido a un guión que apuesta por una historia poco comprometida en lugar de tomarse la historia en serio. Intrigas de palacio y política europea se entremezclan para contarnos la historia de una princesa encarcelada entre los muros de la monarquía. En el filme, Grace Kelly se siente atrapada, un sentimiento que puede compartir el espectador al ver esta película sin un principio y un final que merezcan la pena.