La nueva Drácula no tendrá ajos ni terror ni escenas gore

Con el final de la saga Crepúsculo y de la serie True Blood, muchos creían que los vampiros habían pasado de moda (ahora era el turno de los zombies). Pero no. El vampiro más legendario de todos regresa a los cines con Drácula: la leyenda jamás contada, una producción que mezcla fantasía y realidad al contarnos cómo Vlad El Empalador se convirtió en el mismísimo Drácula. El pasado mes de septiembre de 2013, Universal me invitó a visitar el rodaje de la película en Belfast, Irlanda, en donde pude conocer de primera mano los detalles más jugosos de una las apuestas más fuertes de la cartelera otoñal.

Aunque existen muchos vampiros en la historia del cine, los guionistas de Drácula: la leyenda jamás contada, Mata Sazama y Burk Sharpless, decidieron que la mejor manera de resucitar la figura de Drácula en la gran pantalla era remontándose a sus orígenes. Si Bram Stoker se inspiró en Vlad El Empalador (o Vlad Tepes) para su novela, estos debutantes decidieron seguir sus pasos de manera literal y centrar el personaje de la película en los hechos reales que rodearon al príncipe de Valaquia. “Hay demasiados vampiros sexys hoy en día y preferimos remontarnos a los orígenes de Drácula”, explicaban.

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Gracias a las charlas con los guionistas, los responsables del departamento técnico y su protagonista, el galés Luke Evans, descubrimos algunos de los detalles más llamativos de esta producción. Y el más relevante de todos es que Drácula: la leyenda jamás contada no es una película de terror y fue diseñada para ser vista por un público mayor de trece años, es decir que no hay escenas “gore” ni violencia extrema. Un detalle curioso al tratarse de una película sobre el chupasangre más famoso de la cultura popular y un personaje histórico conocido por empalar a sus enemigos. Y por si os interesa, tampoco habrá ajos aunque sí crucifijos.

Como se puede ver en el tráiler, Vlad recibe el trono de Valaquia (Transilvania) como agradecimiento después de haber servido con mano dura en las batallas de la armada otomana en nombre del sultán Mehmed I. Aunque su reputación le precede, Vlad se convierte en un gobernante justo, amable y respetado por su pueblo. Pero cuando el hijo del sultán toma el poder, regresa a Valaquia para exigir que entregue a todos los niños de su pueblo, incluyendo a su hijo, a la milicia otomana. Evidentemente, Vlad se niega poniendo en peligro a su gente. Viéndose incapaz de vencer a la poderosa armada turca, decide buscar la ayuda de poderes sobrenaturales que le permitan ganar la batalla. Unos poderes que incluyen hablar con la boca cerrada, volar, saltar, sanación e inmortalidad, poderes de los que desconoce las consecuencias que tendrán para él, su familia y el mundo.

Unas de las curiosidades que puedo contaros sobre la conversión de Vlad en Drácula, es que lo hace bebiendo sangre de un cáliz en una cueva habitada por Calígula… Si, el emperador romano que reinó entre los años 37 y 41 DC aunque la historia de Vlad transcurre en el siglo XV. La película se inventa una mitología propia que se relaciona con la muerte “inexplicable” de Calígula, su supuesta “demencia”, la “desaparición” de su cuerpo, etc. Vaya, que tendrá sentido cuando lo veamos en la pantalla.

El día de la visita, el equipo se encontraba rodando una escena en el comedor del Palacio, con Luke Evans en su papel de Vlad y rodeado de unos cincuenta extras cuando Mehmed II le exige que entregue a los niños de su pueblo al servicio de los turcos. Durante un descanso, el actor de 35 años se acercó a hablar con nosotros. Una escena de lo más bizarra, con el protagonista metido en la piel del príncipe con vestuario y maquillaje incluido.

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Evans, que viene de participar en sagas tan lucrativas como Fast and Furious y El Hobbit, estaba encantado con la idea de dar vida a su primer papel protagonista en el cine. Y lo hace nada más y nada menos que con uno de los personajes más legendarios del séptimo arte. “Siento que estoy preparado, es hora de demostrar a la industria que puedo llevar a buen puerto un personaje como este y además, demostrármelo a mí mismo”. Y es que no solo lleva el peso de la película, sino que lo hace llenando los mismos zapatos que en el pasado calzaron Bela Lugosi, Christopher Lee y Gary Oldman. “Es una gran responsabilidad”, confiesa. “Como actor es un personaje fantástico debido a las diferentes emociones que tengo que experimentar al convertirme en un vampiro como única esperanza para salvar a su familia y su pueblo”.

La estrella asegura que siempre fue consciente que el día que le llegara un papel protagonista “iba a tener que sacrificarse físicamente”. Y así lo hizo, entrenando siete días a la semana con la ayuda del entrenador personal que obligó a viajar con él a cada uno de sus rodajes durante un año y siguiendo “una dieta de pesadilla”.

Evidentemente, teníamos que preguntarle “¿De qué está hecha la sangre que bebe para convertirse en Drácula?” Aunque en la película vemos una bebida del color de la sangre que le chorrea por el mentón y el pecho, lo que Luke Evans tuvo que beber no era tan asqueroso: “Es una mezcla de remolacha y zumo de cereza. Muy sabrosa”, nos confesaba.

Cabe destacar que en nuestra visita, también pudimos ver el maravilloso vestuario diseñado por la aclamada Ngila Dickson (El señor de los anillos), que tuvo que vestir a más de 180 personas a lo largo de cada jornada de filmación. Sus diseños fueron creados a partir de datos históricos con toques fantasiosos, confeccionados con telas traídas desde Turquía, Londres, Francia y Alemania.

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Aunque los guionistas esperan poder escribir una secuela si la película tiene éxito, confían en que Drácula: la leyenda jamás contada sirva como una precuela a la novela de Bram Stoker. Es decir que, según los escritores, esta película ya tendría una secuela, el Drácula de Francis Ford Coppola.

La película está dirigida por el debutante Gary Shore y completan el reparto estrellas ascendentes como Dominic Cooper, Sarah Gadon y Samantha Banks. Drácula: la leyenda jamás contada se estrena el 17 de octubre.