Ryan Reynolds convence “solo” con su faceta más extrema

En su nueva película, Captives,Ryan Reynolds intenta seguir los pasos de Matthew McConaughey alejándose de las comedias románticas y los desastres hollywoodenses (que tanto se han repetido en su carrera últimamente) para adentrarse en el terreno de los personajes oscuros, dramáticos y más comprometidos. En este nuevo trabajo de Atom Egoyan, el actor canadiense se convierte en un padre desesperado en busca de su pequeña secuestrada con un trabajo que nos recuerda a su aclamada labor en Enterrado.

Es posible que con esta película Reynolds pretenda demostrar al mundo del cine que está dejando atrás el pantanoso terreno que estuvo pisando con batacazos como Linterna verde, El cambiazo o RIPD. Departamento de Policía Mortal. Hasta ahora, el actor de 37 años no ha conseguido protagonizar ningún taquillazo él solito. Si os fijáis en su filmografía, sus mayores éxitos siempre han estado acompañados de figuras más aclamadas que él, como fue La Proposición (con Sandra Bullock) o X-Men orígenes: Lobezno (con Hugh Jackman)… Pero quizás, haya encontrado la forma de darle una vuelta a su carrera. Veamos la razón.

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En Captives, que compite por la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Reynolds interpreta a Matthew, un hombre que ve como su vida cambia para siempre cuando secuestran a su hija de nueve años mientras compraba la cena en un restaurante de carretera. La cinta salta continuamente entre diferentes capítulos del pasado, armando un rompecabezas enmarañado en el que el público debe descifrar quién secuestró a la pequeña Cass y comprobar las consecuencias emocionales que sufren sus padres y los detectives encargados de encontrarla (Rosario Dawson y Scott Speedman) en los ochos años que transcurren desde el secuestro.



Reynolds es el padre en cuestión y Mireille Enos (The Killing) interpreta a la madre. A pesar de que la película no termina de funcionar debido a un guión desestructurado e inverosímil, ambos protagonistas reflejan a la perfección la culpa y el dolor de sus personajes. Es así que Reynolds consigue captar la atención del espectador, transmitiendo la misma desesperación e intensidad con la que nos cautivó en la maravillosa película de Rodrigo Cortés, Enterrado.

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Ryan es lo que más sorprende de esta producción rodada en las afueras de Ontario, Canadá, y es lo único por lo que merece la pena verla. Egoyan peca de ambicioso queriendo abarcar el drama familiar y la realidad que se esconde en el mundo de la pedofilia en internet, dando como resultado una película desordenada y absurda.

En esta ocasión, Ryan Reynolds sale airoso y esperemos que con Captives cumpla lo que promete, olvidándose por fin de los blockbusters sin sentido y continúe apostando por explotar el lado dramático que tan bien le funciona.