Carlos Piñar, el Jesucristo de 'Cristo 70' que renunció a la actuación tras un veto presidencial

Carlos Piñar en una escena de 'Cristo 70' (Captura de pantalla)
Carlos Piñar en una escena de 'Cristo 70' (Captura de pantalla)

Una de las películas mexicanas tradicionales de Semana Santa es Cristo 70 (1969), de Alejandro Galindo. Desde hace cinco décadas es materia obligada para acercarse a una versión distinta del viacrucis con un Jesucristo moderno que encarnó Carlos Piñar y que hasta la fecha sigue apreciándose en calidad de filme de culto.

Cansado de las críticas de su padre, identificado como hippie y con ganas de olvidar el calvario que es su vida diaria, Raúl (Carlos Piñar) lidera un robo junto a cuatro de sus amigos. Para huir de las autoridades, se ocultan en el pueblo de San Andrés, un lugar donde sus habitantes preparan los ritos de los días santos. Raúl acepta la petición de interpretar a Jesucristo y efectuar la procesión. En tanto, los pobladores desconocen que su mesías es un prófugo de la justicia.

A diferencia del Cristo solemne de Enrique Rambal en El mártir del calvario (Miguel Morayta, 1952) y del nazareno sombrío de Enrique Rocha en El proceso de Cristo (Julio Bracho, 1966), el Jesucristo de Piñar proviene de una rebeldía juvenil que a finales de los sesenta era juzgada por sus pensamientos, vestimentas y su intento por romper con un pasado de estricta moral arraigada en la sociedad mexicana.

Tan relevante fue su personificación de Jesucristo en una ficción dentro de la ficción que continúa siendo el nazareno más actual del cine nacional, o el más presente de los últimos; Manuel Ojeda es otro Jesús controvertido en El elegido (1977), de Servando González, pero poco afincado en la memoria de la mayoría del público. No se ha querido recrear de nueva cuenta alguna historia ligada a la pasión de Cristo desde la visión mexicana, y mucho menos desde la propuesta arriesgada como la de Alejandro Galindo en el marco de 1969.

Piñar vive en la memoria colectiva por ser Jesús en Cristo 70. Pero no es lo único por lo que se puede recordar. Otro motivo para hacerlo es su repentina decisión de retirarse de la actuación en 1983, año en que vivía uno de los mejores momentos como actor tras compaginar cine con televisión, sobre todo en este último medio con su buen paso luego de aparecer en La llama de tu amor (1979).

En la cumbre de su trayectoria dentro de la televisión, Piñar fue víctima de una orden presidencial girada a Televisa para que lo despidieran de la telenovela Vivir enamorada (1982-1983) porque su figura atentaba contra la moralidad y los buenos valores familiares. El expresidente Miguel de la Madrid Hurtado intervino a petición de su esposa, Paloma Cordero de la Madrid, para que la empresa de Emilio Azcárraga Milmo sacara del aire a actores homosexuales o que fueran percibidos como afeminados por la audiencia.

Junto a Piñar fueron despedidos Enrique Álvarez Félix y Antonio Valencia. La actriz Sonia Furió se solidarizó con sus compañeros y al terminar la telenovela renunció a Televisa, una decisión que afectó su carrera tiempo después ante la escasez de ofertas y protagónicos para una estrella de su nivel. Por su parte, mientras De la Madrid Hurtado estuvo en la silla presidencial, la televisora prohibió la contratación de actores y actrices que abiertamente fueran homosexuales, además de limitar las producciones de sus telenovelas a roles específicos masculinos y femeninos trazados en la moralidad establecida por la primera dama de aquel entonces.

Censurado, discriminado y vetado por productores, Piñar encontró en esa crisis un punto de inflexión para determinar qué futuro quería para él en lo profesional. Creyó que lo mejor era dejar atrás su faceta como histrión para dedicarse de lleno a su otra pasión, la escultura. Inició así su exitosa aventura como artista plástico.

“En el 83 hice mi primera exposición en México, en Polanco. Fue tal el éxito que dije 'en esto me quedo'. Entonces ya no quise ir a grabar. Humberto Navarro, productor con el que estaba haciendo una serie, me dijo que estaba loco. Todo mundo me dijo que estaba loco. Silvia Pinal que cómo podía yo dejar una carrera tan bonita”, comentó en entrevista para SMRYT Morelos en 2012.

Una de sus mejores amigas es Silvia Pinal, quien le conminó a recapacitar, pues su nombre era estelar en aquellos años. Sin embargo, Piñar hizo oídos sordos a cualquier sugerencia de la diva. A la primera actriz le resultó un fenómeno inexplicable e inentendible que su amigo abandonara de la noche a la mañana su vocación interpretativa.

“Estaba en plenitud de su carrera. No entendí nunca por qué se fue, no lo entendí. Yo que amo tanto mi trabajo, le decía 'Carlos, tú amas tu trabajo'. Las razones que me dio, no las entendí”, declaró Pinal.

Años después, ella fue madrina de una de sus tantas exposiciones: “Para mí fue una gran sorpresa, no había visto nada de sus obras. No quise verlas hasta estar ahí. Eran divinas, era una cosa fabulosa su magia para manejar el metal, el bronce, lo que hacía. ¡Maravilloso!”.

Carlos Piñar dijo adiós de manera abrupta al cine y la televisión luego de una autoritaria intromisión presidencial en las líneas editoriales de Televisa dentro de su área de entretenimiento. Ironías de la vida, Paloma Cordero de la Madrid terminó haciéndole un gran favor y, paradójicamente, el actor sigue siendo recordado y valorado por el delincuente que se esconde bajo la imagen de Jesucristo.

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